La voz del poeta maya-quiché Humberto Ak’abal es un testimonio auténtico de la cultura viva de su pueblo. También los lectores de habla alemana aprecian el valor universal de su literatura indígena.
En entrevista con DW, Ak'abal cuenta que no fue fácil abrirse caminos en Guatemala para publicar sus textos en quiché, porque, en el marco de la discriminación de los pueblos indígenas, era considerado vergonzoso expresarse públicamente en una lengua originaria.
Sin embargo, “El animalero” (1990), su primera colección de poemas, tuvo un éxito inmediato y sobre todo su segundo libro, “Guardián de la caída de agua” (1993), llamó la atención del público latino y europeo y le valió el premio “Quetzal de Oro APG” al mejor libro del año por parte de la Asociación de Periodistas de Guatemala.
Durante su primera visita a Europa, en 1994, Humberto Ak'abal conoció a quien sería su futuro traductor al alemán, Erich Hackel, a quien le une una estrecha amistad. Cuatro años más tarde, el mundo de habla alemana le abrió las puertas a su poesía. Ya en 1998, la editorial alemana de la Cooperativa de Dürnau, así como la editorial suiza “Unionsverlag” publicaron sus primeros poemarios en lengua germana: “Blätter und Mond” (Hojas y luna) y “Trommel aus Stein” (Tambor de piedra), respectivamente.
En 2005, apareció la antología “Das Weinen des Jaguars” (El llanto del jaguar) de la editorial austriaca “Thanhäuser”. En declaraciones a DW, representantes de la editorial alemana y suiza destacaron la indiscutible calidad de la literatura de Ak'abal, independientemente del idioma u origen del autor.
viernes, 26 de abril de 2013
y llegó el oxlajuj baqtun
Poema de Humberto Ak’abal
Maya K'iche'
Qué nos pasó, abuelo;
por qué de repente sentimos escalofrío.
¿Por qué en la cocina de la abuela
cuesta que encienda el fuego?
La luna parece que también
no quiere alumbrar esta noche,
el aire tiene un olor que hiede,
el sol también se está enloqueciendo
a ratos calienta, a ratos quema…
¿Qué se hicieron los viejos sabios, abuelo?
En el pueblo ya no se ven.
Ay, a dónde se fueron aquellos viejos
que podían leer las estrellas,
que podían leer los relámpagos,
que podían leer en el agua el día de mañana,
que podían leer en los árboles los días de ayer.
¿Qué se hicieron esos viejos?
¿Quién los vino a traer,
a dónde se los llevaron?
Aquellos Guardianes del Culto al Sol,
aquellos Guardianes del Culto al Tiempo,
aquellas mujeres remedio,
aquellos hombres relámpago;
aquellos que leían los sueños:
¿por qué nos abandonaron?
Recuerdo al Tata León,
cuya mirada penetraba las paredes de adobes,
y lo traigo a mi recuerdo
cuando mirando fijamente a una pared,
con la seguridad del vidente dijo:
Ahí está, ahí está;
lo oigo llamar, lo oigo llorar…
Y el abuelo
comenzó a escarbar en aquella esquina
y encontró una sonrisa
esculpida en una piedrecita,
y danzaron, y cantaron, y lloraron
y quemaron pom, incienso y miel…
¿Por qué se murió el abuelo León,
por qué se llevó lo que sabía,
por qué nos dejó solos…?
Y el abuelo Xuwan,
aquella noche vino a casa bajo la lluvia:
no te vayás de viaje mañana temprano,
porque va a haber un percance en el camino.
Y no dormí esa noche,
al amanecer llegó la noticia,
la camioneta se había accidentado
y murieron cincuenta personas
allá por el puente viejo de Nawal Ja’.
¿Cómo supo el abuelo Xuwan
que sucedería ese desgraciado accidente?
Y él ya se fue,
ahora no sabemos leer el futuro…
Qué se hicieron las curanderas;
una hojita de esto, una raíz de lo otro,
la semilla de aquello,
y nos curábamos,
y de repente vinieron las enfermedades,
las plantas desaparecieron;
ahora hay un montón de remedios caros
para curar a los adinerados,
pero, para los pobres
ya no hay remedio…
¿Qué se hicieron los tajineles,
los que trabajaban la tierra?
Cada pedacito producía maíz,
piloyes, huicoyes, habas
y ahora la tierra se está muriendo,
ya no produce nada…
Antes las tortillas doradas en el brasero,
resquebrajadas y
guardadas en costales de algodón
eran el totoposte de los viajeros;
en cada descanso de los caminos,
se dejaban caer puños en los caldos
de hierbas con chile machacado en piedra…
¡Había qué probar aquella comida
bajo la sombra de un taxcal!
Se silbaba sobre la escudilla
por lo picante de cada bocado…
Ahora ya nadie las recuerda;
hoy solo se comen esas tostadas resecas,
saladas y edulcoradas con sintéticos
empaquetadas en bolsitas de papel aluminio.
¡Ay, hasta dónde hemos caído, abuelo!
Y la otra abuela,
aquella que preparaba tortillas
embarradas con frijoles negros
revolcados en recadito espeso de masa,
y el pollo asado y ahumado,
crujiente, limpio, oloroso,
uuummmm qué sano se comía, entonces.
Hoy se come pollo,
pero ese pollo cebudo
frito en aceite viejo, hediondo…
¿Adónde se fue el sentido del gusto,
a dónde se fue el olfato?
Parece que nuestra lengua estuviera muerta
y que la nariz ya solo sirviera de adorno.
Antes, en aquellos entonces;
cuando moría una gallina
llorábamos todos,
cuando moría un pájaro
todos nos poníamos tristes
y si moría un hermano
el pueblo se vestía de duelo…
Ahora hay muertos a cada rato,
ya nadie llora, nadie lo siente,
a nadie le importa.
¿Qué nos pasó, abuelo;
cuándo perdimos el corazón,
por qué ya no sentimos nada;
se nos olvidó llorar
o ya se acabaron las lágrimas?
Cuando se derribaba un árbol
de rodillas pedíamos perdón al bosque,
cuando se abría un pozo
se ponía sal en el corazón del agua,
cuando se abría un camino
se pedía permiso a la tierra
y no se metían las manos
en el vientre de la tierra…
Ay, abuelo;
ahora se burlan de esas costumbres,
por eso la tierra está enferma.
¿Es que no ven cómo se ven tristes
esas lomas peladas que antes eran bosques,
es que no les quema el alma
ver cómo se secan los pozos,
es que no sufren cuando ven ese río,
que antes llevaba agua limpia,
y que ahora arrastra basura y hediondez…?
Mire el pueblo, abuelo;
cómo hiede,
hoy cualquiera se caga
y se orina en las calles,
parecen chuchos.
Y los alcaldes pasan en carros
con anteojos oscuros
y bien vestidos…
¿Qué se hicieron, abuelo;
aquellas autoridades,
aquellos que eran celosos
con el orden y la limpieza?
Y la espiritualidad era una,
la reverencia era una,
las creencias eran una,
la educación era una,
el respeto era uno…
Y las ceremonias, abuelo;
las ceremonias de aquellos tiempos
se hacían con decoro,
cuánta espiritualidad
se respiraba en los altares
de los solitarios montes…
Ya no está el abuelo Xapuxtian,
aquel anciano que regañaba,
el viejo que sacudía con su lengua:
ser poronel es tener vergüenza,
porque un quemador de pom
no debe desnudar su cara.
Desde chiquitos eran escogidos
los futuros Ajq’ij,
día a día acompañaban al Anciano Enseñante,
para que aprendieran a comunicarse
para que aprendieran a hablar
con el viento,
con el agua,
con el fuego,
para escuchar la voz de la tierra;
y una palabra de ellos
era una palabra de trueno.
Hoy se hacen Ajq’ijes a cada rato,
cualquiera puede serlo (si paga),
Hoy se venden ceremonias mayas
y se hacen a domicilio.
Ay, abuelo; qué triste está el B'aqtun,
cuánta basura quedará después de la fiesta.
Seguramente será una Era de cambio,
pero tengo temor,
que el cambio sea al revés.
Abuelo, abuelo, abuelo:
usted ya no está conmigo…
¿Por qué lo vi sentado allí
del otro lado de los tenamastes?
El fuego se apagó,
el último tizón se hizo ceniza,
solo hay oscuridad.
¡Ay!, abuelo, tengo miedo,
estoy hablando solo…
video de humberto akabal
vídeo sobre humerto akabal, cantando
http://www.youtube.com/watch?v=Foa0yzGCjgs
http://www.youtube.com/watch?v=Foa0yzGCjgs
otros poemas
VIEJO CALLEJÓN
Después de algunos años
volví a pasar
por el viejo callejón.
Lo hallé igual . . .
Y comenzó a retoñar en mí
una vieja cicatriz.
ÁRBOL
Libro verde
árbol poeta
¡cuanta poesía en tus hojas!
Quienquiera
que se pose en tus ramas
se vuelve cantor.
Y TE APAGASTE
Como llamita de candil
después de una noche de vela,
tus ojos fueron perdiendo luz.
Ya no había nada que ver.
Las campanas
dejaron volar
sus aves de duelo.
Y te apagaste.
PARAÍSO
Aquí era el Paraíso.
Maíz, trigo, frijol,
no había fruto prohíbido,
las culebras eran mudas.
Hombre y mujer
hacían el amor sobre la hierba
y se cubrían con el cielo.
Hasta que hablaron
las serpientes.
Prohibieron los frutos
y se repartieron entre sí
el paraíso.
poema "tu risa"
TU RISA
Se derrumban mis oídos
por los barrancos
siguiendo el eco de tu risa.
Deja su aliento de geranios
desparramada en la neblina
junto al manantial de la montaña.
Cómo huele la flor del durazno,
qué dulce el canto del guardabarranca.
Y tu risa derramándose de tu boca
como el agua de tu tinaja.
Se derrumban mis oídos
por los barrancos
siguiendo el eco de tu risa.
Deja su aliento de geranios
desparramada en la neblina
junto al manantial de la montaña.
Cómo huele la flor del durazno,
qué dulce el canto del guardabarranca.
Y tu risa derramándose de tu boca
como el agua de tu tinaja.
poema "ella"
ELLA
Como la luna
detrás de los eucaliptos,
galana y hermosa,
así era ella;
humilde, sencilla, callada,
descalza como mi tristeza.
Sus ojos, maíz negro.
La trajo la mañana
se la llevó la tarde.
El cielo también
se enamoró de ella.
Como la luna
detrás de los eucaliptos,
galana y hermosa,
así era ella;
humilde, sencilla, callada,
descalza como mi tristeza.
Sus ojos, maíz negro.
La trajo la mañana
se la llevó la tarde.
El cielo también
se enamoró de ella.
vida de Humberto Ak'abal
Humberto
Ak'abal Humberto Ak'abal nació en Momostenango, Guatemala en 1952 donde vive y
trabaja. Es poeta de la etnia Maya K'iche. Piensa y escribe sus poemas en
idioma K’iche y se auto traduce al español. En la actualidad es uno de los
poetas guatemaltecos más conocidos en Europa y Sudamérica. Sus obras han sido
traducidas al francés, inglés, alemán, italiano, portugués, hebreo, árabe,
escocés, húngaro y estonio.
Sus poemas
han sido publicados en periódicos y revistas de Guatemala, Centro América,
México, Estados Unidos, Venezuela, Brasil, Colombia, Líbano, Japón, España,
Francia, Austria, Suiza, Alemania, Holanda e Italia.
Críticas:
"La poesía de Ak'abal es fuerte, toda vez que entre ésta y la vida no
existe límite alguno." Francisco Morales Santos "Humberto Ak'abal es
un poeta que hermana en sí mismo la conciencia indígena (sus idiomas, su
grandeza, su espiritualidad, su música, su canto) y la conciencia de los nuevos
países que desde hace quinientos años en unas partes se llaman Chile, Bolivia o
Perú y en otras Guatemala o México." Carlos Montemayor "Quedo, de la
poesía de Ak'abal, seriamente impresionado por su esencial sencillez, por la
elementalidad sagrada en que palpitan las palabras que revelan los hechos, las
cosas, los seres directamente naturales..." Antonio Gamoneda
"Humberto Ak'abal canta como los pájaros, habla maya-K’iche' y piensa como
desearíamos que pensara la mayoría de los hombres." Miguel Rojas Mix
Este
reconocido poeta de etnia Maya K´iche nació en Momostenango en 1952.
En la
actualidad es uno de los poetas guatemaltecos más conocidos en Europa y
Sudamérica. Sus obras ya han sido traducidas al francés, inglés, alemán e
italiano.
Sus poemas
han sido publicados en periódicos y revistas de Guatemala, Centro América,
México, Estados Unidos, Venezuela, Brasil, Colombia, España, Francia, Austria,
Suiza, Alemania e Italia.
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